Cualquiera que conozca ligeramente la historia de Hermès y sus productos, sabe todo lo que esconde. Más allá de la creación en sí misma, de la concepción de algo nuevo, existen unos porqués con sólidas referencias, una narración que lo explica todo, una razón de ser que marcan el resultado. Nada está dejado al azar, nada es porque sí y Terre d’Hermès, una de sus fragancias masculinas estrella, es ejemplo de ello.
Su elaboración partió bajo una premisa meridiana: emplear únicamente sustancias de origen mineral y vegetal. A partir de ellas, con minuciosidad, saber hacer y reflexividad, componer un perfume que retrate la masculinidad y la conecte con la tierra. Y el responsable de todo ello no puedo ser otro que el célebre perfumista Jean-Claude Ellena.
Richard Schroeder / Hermès Richard Schroeder / Hermès
Fue fichado hace más de 15 años por la maison, para aplicar su clara filosofía de intelectualismo al arte de la perfumería. Con insignes fragancias a sus espadas, como First de Van Cleef & Arpels o Eau de Campagne de Sisley, su fama de componer increíbles aromas con unas escasas notas y una suma maestría es más que justificada.
Así pues, con Terre d’Hermès hizo básicamente lo mejor que sabe hacer: crear ilusiones olfativas plenamente tangibles, armar con unos pocos mimbres algo inmenso.
En sus propias palabras, este perfume es «sentir la tierra tumbado en el suelo, con los ojos puestos en el cielo». Naturalmente, nadie lo habría podido definir mejor. Porque esta eau amaderada, vegetal y mineral es consciencia de la más esencial material. La consciencia de tener los pies en el suelo y la cabeza en las nubes.