Nacido en una granja de Virginia, poco podía imaginar el joven Chuck a principios de los años 20 que un día iba a convertirse en el humano más rápido del planeta. Su carrera militar se inició en 1941, comenzando como mecánico de aviones ya que todavía no contaba con la edad mínima para volar, ni tenía el nivel educativo correcto. Sin embargo, esto no iba a impedirle cumplir con uno de sus grandes sueños: convertirse en piloto de combate.
La entrada de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial supuso su oportunidad y pocos meses después, y gracias a su extraordinario talento natural, Yeager ya estaba a los mandos de su propio avión, siendo destinado en el teatro de operaciones europeo. Durante la guerra fue derribado en 1944 y pasó varios meses en Francia y España ayudando a la resistencia antes de volver a Inglaterra, desde donde los Estados Unidos lanzaban sus ataques.
De vuelta a los cielos contra las aeronaves nazis, Yeager consiguió una marca al alcance de muy pocos, derribando cinco aviones en una sola misión, incluyendo la extraordinaria proeza de derribar a dos cazas enemigos sin disparar un solo tiro. Pese a todo, Yeager siempre manifestó su desagrado por la violencia y la barbarie en la que se vio implicado durante el conflicto.
Pero su leyenda como as de la aviación no terminó junto con la II Guerra Mundial, sino que se hizo todavía más grande al convertirse en piloto de pruebas de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Estamos hablando de un cuerpo en el que sólo los mejores aviadores del país podían entrar, jugándose la vida en cada nuevo prototipo que probaban.
En 1947, Yeager volvió a inscribir su nombre en los libros de historia al ponerse tras los mandos del avión experimental X-1, con el que a una altura de 13.700 metros logró romper la barrera del sonido poniéndose a una velocidad de Mach 1. Pero su leyenda va más allá: dos noches antes de este vuelo se rompió varias costillas montando a caballo. Yeager acudió de incógnito a un veterinario para evitar ser retirado como piloto.
Durante más de veinte años, Yeager siguió como piloto de pruebas, siendo el primero en volar en un Mig-15 soviético y participando en el desarrollo del X-2, que logró alcanzar Mach-2, batiendo de nuevo el récord de velocidad en vuelo en 1953. Tras este éxito, pasó a trabajar para la NASA, como entrenador de astronautas y pilotos.
En los años 60, ya con más de 40 años, volvió a ser piloto de combate durante la Guerra de Vietnam, y posteriormente pasó a ocupar puestos de gran importancia dentro del ejército, siendo consejero y asesor a nivel internacional, llegando a ocupar el cargo de General brigadier.
Su vida ha sido novelada y llevada al cine en películas tan conocidas como Elegidos para la gloria, como ejemplo de trabajo duro y dedicación absoluta. Yeager nunca acabó los estudios superiores, y siempre se ha mostrado como una persona humilde y entregada, que nunca ha rechazado el trabajo duro.
A los 68 años, como celebración de su primer vuelo Mach-1, Yeager se puso tras los mandos de un F-15 para repetir su hazaña 50 años más tarde. En la actualidad, con más de 90, se encuentra retirado de la vida activa y disfruta de un más que merecido descanso tras toda una vida como pionero de la aviación.