En 1963, Aston Martin volvió a presentar un gran turismo difícil de superar por la industria automovilística de la época, el DB5, dentro de la serie nombrada como homenaje a Sir David Brown, el gran director de la marca durante casi treinta años. Todos los DB son coches excepcionales, y el DB5 no fue una excepción.
Hay que tener en cuenta que se venía de un gran cupé como el DB4, así que la innovación tenía que ser notable. Para empezar, se cambió el motor por uno completamente de aluminio de 4 litros con un cambio de cinco marchas que sacaba 282 caballos, que podía poner a esta maravilla a más de 230 kilómetros por hora. Este motor se pudo ver en las últimas unidades producidas del DB4 antes de convertirse en el motor habitual de Aston Martin.
Aston MartinPara el diseño exterior, la marca británica contó con la colaboración de uno de los diseñadores italianos más importantes de la época, Superleggera, quien decidió utilizar una aleación de magnesio patentada por ellos, dándole una resistencia y ligereza excepcional. El equipamiento era de lujo para su época, con ventanillas eléctricas, interior de cuero y materiales nobles.
El cupé era, siguiendo la línea DB, de 2+2 y se presentó, como es habitual, una versión descapotable que montó el mismo motor que el normal, hasta 1965, cuando se le asignó el del DB6, recibiendo por primera vez el nombre de Volante y que fue la denominación que recibiría esta carrocería para la marca británica.
Aston MartinEl DB5 se convirtió en el deportivo más famoso del mundo en su época gracias a su aparición en Goldfinger, una de las películas protagonizadas por James Bond, convirtiéndose en el coche del espía por excelencia. Hay que señalar que el DB5 que apareció en las películas era una versión modificada para la ocasión. El DB5 apareció en otras de las películas de Bond, como Operación Trueno, El mañana nunca muere, Casino Royale o Spectre.