BMW i8 visto frontalmente
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BMW i8, la deportividad más eléctrica y futurista

Coches

Pasó de ser un 'concept car' a hablarnos de futuro, de cómo deben ser los coches en unos años y enseñarnos el camino que debemos seguir. Combina motor eléctrico con motor de combustión y, mientras llega el fin de las emisiones, las reduce. Es el BMW i8.

El futuro de la automoción pasa por terminar cambiando los motores de combustión interna, tanto si emplean gasolina como diésel, por los eléctricos, pero mientras la utopía llega, hacia ese nuevo horizonte conducimos desde hace unos años con vehículos híbridos. Los que combinan ambos mundos para reducir consumos y emisiones sin sacrificar absolutamente nada. ¿Un ejemplo? El BMW i8, el deportivo del futuro.

Cuando un concept car es mostrado por primera vez, normalmente despierta sentimientos encontrados. ¿Ese diseño tan futurista será algún día posible? ¿Esas prestaciones que tan bien quedan sobre el papel podrán ser tangibles? ¿Algún día lo podremos ver, aunque sea con modificaciones, como coche de producción? Son preguntas que asaltan la cabeza de muchos y cuestiones que, probablemente, todo el mundo se hizo cuando el deportivo eléctrico i8 concept vio la luz hace cuatro años. Pero el sueño se hizo posible.

Habitáculo del BMW i8BMW

El BMW i8 es una realidad desde que fue presentado hace un par de años en el Salón del Automóvil de Fráncfort, pasó a producción un año más tarde y pisa las calles en la actualidad. Es un compendio magistral de técnica y estética, la unión áurea entre un diseño y unas prestaciones que bien podríamos ubicar décadas por delante.

En 4,68 metros de longitud y tan sólo 1,29 de altura, este deportivo de medidas radicales emplea materiales esenciales para un perfecto desempeño en la carretera y que hasta ahora, en coches de producción, no habían sido especialmente comunes. Hablamos del aluminio para el bastidor, el plástico reforzado y la fibra de carbono para el habitáculo y de nuevos componentes plásticos para la carrocería.

Esta elección que toma forma con un afilado frontal, líneas aerodinámicas, motor a la vista en la parte trasera, coloración bitono, detalles en azul eléctrico en determinados puntos y puertas en élitro no tiene otra misión que ofrecer, además de un diseño avanzado y espectacular, un escaso peso garante de un comportamiento sumamente dinámico.

Lateral del BMW i8BMW

Porque el inclasificable i8 de BMW no llega desprovisto de motorización por muy híbrido que sea. La alemana ha montado por primera vez en la joven gama un motor tricilíndrico de gasolina, 1,5 litros y 231 caballos situado, como avanzábamos, sobre el eje trasero. A él, en conjunción, se suma la razón de ser del deportivo enchufable, su motor eléctrico, una joya de la ingeniería que mueve las ruedas delanteras con una potencia cercana a los 131 caballos.

En total, la potencia combinada alcanza 362 CV, pudiendo ir de 0 a 100 km/h en solamente 4,5 segundos, alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h y teniendo una autonomía de más de 500 kilómetros. Todo, con un escaso consumo combinado de 2,5 litros cada 100 kilómetros y unas emisiones de CO2 de 59 gramos por cada kilómetro. La extraordinaria eficiencia de la que hace gala explicada en datos.

Con varios modos de conducción, que ofrecen la experiencia de las cero emisiones con el modo Eco Pro, el del comportamiento más deportivo con el Sport y un intermedio con el Confort, el eléctrico de la alemana llega para hablarnos de futuro. Un biplaza en la práctica, aunque posee dos reducidos asientos tras las banquetas delanteras, que sienta las bases de los que debemos ver en unas décadas por nuestras calles cuando hablemos de coches eficientes, deportivos y tecnológicamente punteros.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.