La idea de BMW al iniciar el proyecto del M1 era conseguir la máxima expresión del diseño y la ingeniería a través de un supercoche capaz de dejar atrás a todos sus competidores. Iba a convertirse en el coche de carreras definitivo, pero tenían un problema con el diseño, ya que no lograban dar con la idea final, el toque definitivo. Para eso llegaron a un acuerdo con Lamborghini, cuya colaboración se buscó por su gran experiencia en este campo.
El diseño corrió a cargo de uno de los más famosos y prestigiosos diseñadores italianos, Giorgetto Giugiario, quien aportó su visión personal a partir de un visionario prototipo de BMW, el Turbo de 1972 de Paul Braq. El resultado fue un precioso deportivo que adelantaba las líneas más arriesgadas de los años 80, aunque la crisis económica de los italianos forzó a BMW a hacerse con el control de todo el proyecto en 1978.
Quintessenz76 editada con licencia CC BY-SA 4.0Sólo se llegaron a fabricar 456 M1, el número más reducido en la historia de la marca alemana, siendo el primero en montar un motor central trasero. Se trataba de un M88/1 de tres litros y medio capaz de sacar 273 caballos de potencia con una velocidad máxima de 260 kilómetros por hora.
El M1 no consiguió convertirse en el supercoche definitivo, el proyecto tuvo demasiados baches, y su palmarés deportivo no pasará a la historia. Pero el estilo y esfuerzo depositados en este coche se vieron recompensados al inspirar directamente otros grandes coches de BMW, como el M5.
Lothar Spurzem editada con licencia CC BY-SA 2.0 deDe hecho, las líneas del M1 siguen marcando el diseño más avanzado de BMW como podemos ver en el desarrollo de sus coches deportivos eléctricos, siendo el BMW i8 un gran ejemplo de cómo sus formas, ahora más redondeadas, siguen estando de actualidad.