Tras el enorme interés que levantó el prototipo Z07 de 1997, BMW se planteó el producir una serie limitada basada en ese diseño tan característico, que mantiene líneas modernas, pero que también recuerdan a los grandes coches de competición de mediados del siglo XX.
El resultado exterior del BMW Z8, firmado por Henrik Fisker, no varió demasiado en su versión final, exceptuando algunos detalles en la forma del parabrisas y el morro del coche, con el objetivo de mejorar la aerodinámica y la confortabilidad del habitáculo. El Z8 es un auténtico deportivo, un cupé de dos plazas descapotable diseñado para disfrutar del viento y la carretera.
Sebastian Klein editada con licencia CC BY-SA 3.0Además de su largo capó, hay que destacar otros rasgos de identidad clásicos, como los intermitentes integrados en las tomas de aire, y su techo metálico que se integra a la perfección en el diseño general del deportivo. En cuanto al interior, el Z8 ha destacado por su aspecto retro, incluso vintage, que llevó a sus creadores a ocultar los elementos más modernos bajo paneles retráctiles.
Sólo se fabricaron 5.703 unidades del Z8, construidas con especial atención y acabados a mano. Montaba un motor BMW de 5 litros con 400 caballos de potencia que le permitía marcar 4,7 segundos de 0 a 100 y alcanzar una velocidad punta autolimitada de 250 kilómetros por hora. Sin esta limitación, el Z8 era capaz de llegar sin problemas a los 300.
Sebastian Klein editada con licencia CC BY-SA 3.0En su día, el Z8 salió a la venta con un precio aproximado de 120.000 euros, convirtiéndose en uno de los coches más deseados de su segmento. Resultó uno de los deportivos de BMW que más expectación despertó en Estados Unidos, donde llegó a vender casi la mitad de las unidades producidas. El modelo estuvo activo desde 2000 a 2003 y hoy en día es un coche de colección.