Bugatti ha sido siempre sinónimo de lujo, diseño y estilo deportivo, sobre todo en las primeras décadas de la marca, bajo la dirección de su creador, Ettore Bugatti. Sin embargo, tras la II Guerra Mundial, su estrella comenzó a declinar hasta desaparecer en los años 60. Pese a todo, el nombre de Bugatti seguía inspirando esos ideales de pasión y excelencia por los que había sido reconocido, y hubo varios intentos de recuperar su glorioso pasado.
En 1987 entró en el juego Romano Artioli, un millonario italiano enamorado de los coches y de la historia de la marca. Puso todo de su parte para volver a tiempos pasados, y puso en marcha la construcción del EB110, homenaje a Ettore Bugatti en el 110 aniversario de su nacimiento.
El primer prototipo apareció en 1990 y es considerado como el primer coche con un monocasco de fibra de carbono. Una de tantas técnicas innovadoras que fueron colocando en el EB110, pasando por proyectos de investigación que estuvieron a punto de dar lugar a los primeros frenos cerámicos para automóvil derivados del mundo de la aeronáutica.
El EB110 se probó bajo todo tipo de condiciones hasta que encontraron la motorización perfecta, un motor V12 y tres litros y medio, con cuatro turbocompresores que le permitían desarrollar una potencia descomunal de 561 caballos de potencia.
edvvc editada con licencia CC BY 2.0A esto se le unió un diseño muy moderno, que tenía poco que ver con la tradición Bugatti, y que recordaba a las líneas que estaba probando en aquel momento Lamborghini, incluyendo sus alas de gaviota tan características. Con una aerodinámica envidiable y unas llantas espectaculares de 18 pulgadas, el EB110 resultaba un caramelo para la vista.
En cuanto a los números, estos eran impresionantes para su época, ya que estamos hablando de una aceleración de 0 a 100 en 3,5 segundos y una velocidad máxima de 342 kilómetros por hora. Era un motor de primer nivel con unas prestaciones de la gama más alta, pero que también exigían un gran dominio de la conducción. No era un coche apto para cualquiera.
Poco tiempo después apareció una versión SS que elevaba las apuestas de la nueva Bugatti. Con un pequeño rediseño que aligeraba el coche a menos de 1.500 kilos y gracias a sus 611 caballos, esta variante se ponía de 0 a 100 en 3,2 segundos y ofrecía una punta de 351 kilómetros por hora.
En cuanto al precio, el EB110 apareció en su momento por 350.000 dólares en su versión más básica, una cantidad que podía escalar con facilidad con opciones y nuevas motorizaciones. Se convirtió en uno de los deportivos más caros del mundo.
Por desgracia, la historia del EB110 quedó ahí, ya que Bugatti volvió a quebrar debido a varios problemas de financiación y homologación en Estados Unidos. La marca fue absorbida finalmente por el Grupo Volkswagen y del EB110 solo queda la pasión de los coleccionistas por una de las piezas tecnológicas más curiosas de finales del siglo XX.