Cadillac es sinónimo de automóvil estadounidense en todas partes del mundo. Esta marca, nacida en 1902 siguiendo el éxito de Henry Ford, ha supuesto uno de los grandes fabricantes de coches del siglo XX, produciendo algunos de los modelos más conocidos de la historia, convirtiéndose en un icono de la historia cultural y económica de su país.
Sin duda, si pensamos en un coche clásico americano que refleje su concepción del diseño y el espacio en los años 50 y 60, es inevitable que sea el mítico Cadillac Eldorado el primero que nos venga a la mente. Este modelo fue pensado como todo un lujo, tanto por su tamaño, potencia y aspecto, como por la tecnología que Cadillac aportaba a cada modelo.
El Cadillac Eldorado estuvo en producción desde 1953 a 2002, a través de más de 10 generaciones de modelos. Uno de los más celebrados fue, desde luego, el Cadillac Eldorado Biarritz, aparecido en 1956 y bautizado en honor a la estación de tren francesa.
Eldorado Biarritz fue un modelo convertible, un descapotable de gran tamaño que era el favorito de la época. De hecho, el Eldorado Seville salió al mismo tiempo como cupé y apenas se diferenciaba, excepto, claro, por su techo rígido. Se realizaron algunos cambios con respecto a versiones anteriores, sobre todo en la parrilla y los clásicos intermitentes integrados en el parachoques.
Con un precio inicial de 6.501 dólares de la época, el Eldorado Biarritz perduró hasta finales de los años 50, incorporando algunos de los elementos estéticos que hoy en día más recordamos, como las enormes aletas laterales con los intermitentes en forma de cohete. En cuanto al motor, estos coches montaban V8 de 6,4 litros y 345 caballos de potencia.
Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un coche de casi seis metros de largo y dos de ancho, que pesaba aproximadamente 2.300 kilos. Toda una bestia que contaba con las últimas ayudas a la conducción y una suspensión especial que le permitía superar los 190 kilómetros por hora. Eso sí, con un consumo acorde con la época, 24 litros a los 100.