Su simple presencia lanza al pensamiento de todos aquellos que lo contemplan los dos principales conceptos que lo representan, elegancia y deportividad, y es que la unión de los dos pesos pesados que lo conciben no podía arrojar otro resultado.
La alemana Mercedes-Benz siempre se ha caracterizado por coches elegantes, coches de lujo con una presencia distinguida, estilosa y refinada, una apariencia que en manos del preparador AMG se tornaba en pura competición. Ahora, desde su unión, es la encargada de engendrar las versiones deportivas y personalizadas de la marca y la responsable de impresionantes modelos como el GT S.
© Daimler AG/Mercedes-AMG
Criado en las pistas para saltar a las calles, este deportivo es el segundo desarrollado completamente por los de Affalterbach y se nota, porque suma a su más extrema deportividad la arraigada tradición automovilística alemana en un coche bello por fuera y potente por dentro. El biplaza de Mercedes-AMG es de capó largo, como marcan los cánones, corta el aire con un amplio frontal de agresivo carácter y se escapa por el horizonte dejando ver su trasera de sinuosas curvas. En su interior, el vehículo de Daimler guarda un nuevo motor AMG V8 biturbo de 4 litros con una transmisión de doble embrague de siete velocidades y una potencia de 503 caballos que lo llevan a alcanzar los cien kilómetros por hora en poco más de tres segundos y medio.
© Daimler AG/Mercedes-AMG
El habitáculo es, en palabras de la otrora preparadora, «la última expresión de su "diseño aeronáutico"». Un genuino trabajo artesanal en el que alrededor de un imponente salpicadero con forma de ala, se articula una consola central desde la que controlar diferentes puntos claves del vehículo, una rejilla sobre ella con cuatro salidas de aire coronadas por una pantalla y un cuadro de instrumentos con relojes analógicos. El Mercedes-AMG GT S ha nacido para convertirse en la leyenda que ya es.