La serie de los Porsche 911 es la más larga y exitosa de la marca alemana. En 1974 se presentó uno de los modelos más conocidos de su historia, el Porsche 930, más conocido para el gran público como el 911 turbo. En el momento de su aparición, este fantástico deportivo pasó a ser el más rápido de fabricación en serie de Alemania, aunque su potencia, tamaño y aceleración también lo hacían uno de los más exigentes a la hora de conducir.
La aparición del 911 Turbo (o 930) viene determinada por el trabajo que había realizado Porsche dentro del campo de los coches de competición. La exigencia de la FIA de usar coches de fabricación en serie condujo a la creación del 930, el cual heredó muchas de las características de sus parientes de circuito.
Morio editada con licencia CC BY-SA 3.0El 930 del 74 montaba un motor de 3 litros refrigerado por aire capaz de ofrecer 256 caballos de potencia, lo que lo colocaba muy por delante del 911 Carrera normal. Se hicieron grandes modificaciones, colocando nuevos frenos, mejorando la suspensión y reforzando la caja de cambios de cuatro marchas. Se colocó un alerón trasero para mejorar la ventilación del motor y su estabilidad.
El 911 Turbo (930) aceleraba de 0 a 100 en 5,7 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 250 kilómetros por hora. Su gran potencia, tamaño reducido y un pequeño problema inicial con el turbo, hacían que su conducción fuera bastante complicada, sobre todo en las curvas. De hecho, durante sus primeros años tuvo el sobrenombre de “el hacedor de viudas”.
Del 75 al 89 se produjeron diversas versiones del 911 Turbo (930), con mejoras en el motor y la estabilidad del vehículo. El modelo 930 del 84 llegó a tener 330 caballos y una velocidad máxima de 278 kilómetros por hora. Hoy en día, los 911 Turbo (930) del 74 son piezas de coleccionista muy apreciadas.