La llegada de Peter Schultz como nuevo director de Porsche en 1980 supuso una serie de notables cambios dentro de la compañía alemana. El Porsche 911 seguía siendo el principal desarrollo, pero una serie de nuevas ideas requerían de un desarrollo independiente. Así nació el Porsche 959, como banco de pruebas para un sistema de tracción y dirección cuyo primer destino fue la competición, en el Grupo B de rally.
La FIA exigía un cierto número de coches producidos para la calle, así que poco tiempo después de su presentación apareció el Porsche 959 homologado para la carretera. Desde 1986 a 1988 se produjeron 337 deportivos que se convirtieron al poco tiempo en todo un icono de su época.
M 93 con licencia CC BY-SA 3.0 deUna de sus principales características era la tracción a las cuatro ruedas, siendo el primer supercoche en usarla, con un embrague multidisco. El 959 sirvió para probar esta tecnología que luego acabó siendo usada en los Porsche 911 posteriores de la generación 993, abandonando la clásica tracción trasera.
El Porsche 959 montaba un motor con 6 cilindros de 2,85 litros capaz de ofrecer 450 caballos de potencia, en todo un ejercicio de optimización realizado por los ingenieros de Porsche. Subía de 0 a 100 en 3,6 segundos con una velocidad punta de 319 kilómetros por hora.
M 93 con licencia CC BY-SA 3.0 dePara los apasionados de la velocidad, Porsche puso a la venta una mejora de fábrica mediante la cual se lograba una velocidad máxima de 336 kilómetros por hora y bajando la aceleración de 0 a 100 a 3,4 segundos. Los coches dedicados a competición tenían 515 caballos, subiendo ligeramente su velocidad punta.
Hoy en día, el Porsche 959 es una buscada pieza de colección, sobre todo tras el kit de modificación creado por la empresa Canepa Design en 2003, que permitía a este supercoche cumplir las especificaciones para poder circular por las carreteras de Estados Unidos.