La filosofía que rodea Dominio de Pingus desde sus inicios ha servido para configurar uno de los vinos con más renombre a nivel internacional de los creados en la bella Rivera del Duero. La idea que Peter Sisseck tenía clara desde el principio era la de utilizar cepas viejas, que nunca hubieran sido tratadas con fertilizantes químicos o pesticidas, y que hubieran sido plantadas a la manera tradicional. Ese tipo de cepas llevó un trabajo adicional para sanearlas y conseguir de ellas la mejor de las uvas, logrando un resultado excepcional.
Dominio de Pingus © Carlos González ArmestoEste cuidado habría sido imposible en una gran explotación. El Dominio de Pingus se produce en apenas 4 hectáreas de terreno donde se plantaron vides de Tinto Fino (tempranillo) en 1995. Las vides tenían todas más de 70 años y desde el año 2000 la técnica vitícola ha sido biodinámica, buscando la autosuficiencia y el respeto por el medio ambiente. El proceso incluye un envejecimiento en barricas de calidad sin clarificaciones ni filtraciones.
El resultado ha sido una producción muy limitada, pero que ha sido mimada al máximo, llamando la atención del mercado internacional. Son vinos de gran intensidad, finos, complejos, con una gran amplitud en boca y una estructura equilibrada. En 2004 recibió una extraordinaria calificación de 100 puntos por parte del prestigioso crítico Robert Parker, algo reservado a los mejores vinos del mundo.
Dominio de Pingus © Carlos González ArmestoEn la actualidad, Dominio de Pingus sigue con su producción limitada y ofrece tres vinos. El Pingus es el más prestigioso, con botellas que se cotizan de 800 a 1000 euros. En el caso de una Imperial (6 litros) de 2005 podría llegar a los 12.000. Flor de Pingus es un vino más asequible, que está disponible a partir de 100 euros. El tercero de los vinos es el PSI, hecho en colaboración con otros productores locales, que podemos encontrar por unos 25 euros la botella.