Nacido el 13 de septiembre de 1956 en Orthez, una ciudad situada al suroeste de Francia, Alain Ducasse comenzó a trabajar en cocina con apenas 16 años. Lo hizo aprendiendo cocina provenzal y mediterránea en varios establecimientos y encontrando en un grandísimo cocinero francés de la época, Alain Chapel, su máximo referente culinario.
Seguramente haber comenzado de tan joven, con la meridiana convicción de que iba a convertirse en cocinero, hicieron que con poco más de 25 se hiciese cargo de la cocina de un gran restaurante, La Terrasse, del Hotel Juana de Juan-les-Pins. Un trabajo que lejos de amedrentarlo, provocó un extremo crecimiento profesional. En 1984, tres años después de tomar el mando de los fogones, la guía Michelin reconocía su labor.
© Pierre MonettaSin embargo, el máximo reconocimiento y por el que es mundialmente conocido le vendría por el trabajo realizado dirigiendo el restaurante Le Louis XV, el primer restaurante ubicado en un establecimiento hotelero que fue capaz de conseguir las tres estrellas del prontuario galo. El hito, a Alain Ducasse, le valdría llevar a cabo una carrera sinigual. Abrió numerosos restaurantes de alta cocina por todo el mundo, participó en toda clase de negocio y recorrió el planeta de conferencia en conferencia.
Pese a todo, nunca ha dejado de cocinar. Y el restaurante en el que lo hace, al que probablemente le dedica los mayores esfuerzos es a su homónimo, es al restaurante Alain Ducasse au Plaza Athénée, uno de los hoteles más exclusivos y especiales de París. Es en él donde su cocina ha atravesado toda clase de estadios, donde ha evolucionado a pesar de haber evolucionado con anterioridad miles de veces y donde ha plasmado su última revolución, la naturalité.
© Pierre MonettaEs una nueva forma de entender el encaje del ser humano en el mundo, una manera de colocar la profesión de cocinero frente al planeta, haciendo primar en ella el respeto por el medio ambiente, por la naturaleza y por los animales. Una pequeña vuelta de tuerca a la alta cocina renunciando a la carne, aunque algunos se lleven las manos a la cabeza y se les haga inconcebible una propuesta gastronómica de esta altura sin estos productos.
Con cereales, verduras y pescados, su particular triunvirato, el chef francés se propone como objetivo emocionar, con una pureza de sabores que establezca una conexión con esa memoria gustativa que todos tenemos. Con la naturalidad de los productos. Con el ánimo de que estos sean saludables para nuestro organismo. Con un mayor respeto con nuestro planeta y una convivencia en armonía. Es así como en la mesa del restaurante Alain Ducasse au Plaza Athénée se dan citas platos inconmensurables como el de langostinos de la Bretaña sobre una cama de caviar dorado o el de arroz negro cocinado al horno con frutos marinos como el pulpo, el calamar o los mariscos. Sencillez revestida de pura genialidad.