Se sitúa en un barrio tan refinado, acomodado y elegante como el londinense Notting Hill, pero lo suyo no es la ostentación, ni la pompa. El restaurante The Ledbury se centra en el trabajo bien hecho, en ofrecer al cliente una experiencia que en muy pocos lugares puede vivir y en sorprender ofreciendo una cocina británica que una buena parte de los ingleses no conoce.
Porque la gastronomía británica es mucho más que un simple fish and chips. En la despensa del país uno encuentra gran profusión de hortalizas, verduras de toda clase, de gran calidad, que pueden entremezclarse con carnes de caza, pasándonos a las proteínas. Es lo que hace el chef Brett Graham, demostrarles a los propios british que su comida es mucho mejor de lo que piensan. Y se lo dice un australiano.
The LedburyA la temprana edad de los 15 años, este precoz chef ya se encontraba cocinando en un restaurante de pescado de su ciudad natal, Newcastle, en Australia. Allí comenzó a curtirse en algo que parecía innato en él: cocinar. Y una cosa lo llevó a la otra, comenzó a trabajar en un restaurante de Sydney, ganó un premio, este lo llevó a Reino Unido y en Europa se quedó. Fue entonces cuando decidió demostrar, en tierra impropia, lo que era capaz de hacer.
Como hacen los más grandes, con las materias primas disponibles en el entorno, fue tejiendo un estilo propio y bien definido. Reuniendo dosis de creatividad con intuición, algo de innovación y sumo gusto por las presentaciones, ha logrado una cocina elegante, sofisticada y pura, caracterizada por sabores limpios y sumamente suculentos. The Ledbury se ha convertido en un imprescindible londinense y británico y sus dos estrellas Michelin, así como sus constantes apariciones en la lista The World’s 50 Best Restaurants lo demuestran.
The LedburyEn su comedor, muy luminoso, elegante, confortable, donde los contrastes entre el blanco y colores oscuros como el marrón y el negro son la norma, presenta platos como el de huevo caliente de faisán con apio nabo, jamón, vino de Arbois y trufa; o el de caballa asada a la parrilla con pepinillos en vinagre, mostaza y shiso. La propuesta del restaurante, tan apegada al territorio como está, evoluciona de acuerdo a la temporada y a la disponibilidad de los productos frescos en el mercado. El menú degustación, en cualquier caso, siempre se compone de ocho platos maridados cada uno de ellos con un vino de la bien escogida bodega del restaurante.