El cuchillo Suisin Tanryu Kiritsuke
Korin

Suisin Tanryu Kiritsuke, un cuchillo de gran herencia

Gourmet

Es un cuchillo que sigue los preceptos de la tradición japonesa, un producto fruto de siglos de historia que pretende ser global. El Suisin Tanryu Kiritsuke de Korin no será un cuchillo más de nuestra cocina.

Japón es sobradamente conocido por la rectitud que rigen todas y cada una de sus tradiciones. Desde las artes marciales, a los arreglos florales llamados Ikebana, pasando por el teatro kabuki, la gastronomía o la fabricación de espadas y cuchillos.

Las técnicas de estos últimos, derivadas de las empleadas con las espadas japonesas, se han trasmitido generación tras generación, han sido perfeccionadas a lo largo del tiempo y han llegado hasta nuestros días perpetuados en artesanos como Yoshikazu Ikeda y cuchillos como el Suisin Tanryu Kiritsuke.

El maestro, con más de cuatro décadas de experiencia en la fabricación artesanal de cuchillos y espadas, ha volcado en él sus conocimientos más profundos y el ánimo, adicional, de concebir una herramienta transversal a las cocinas del mundo. Al principio cuesta acostumbrarse a su uso, pero luego vale la pena.

Una hoja de acero azul, equilibrada con una empuñadura con bolster de cuerno de búfalo de agua y mango de ébano, conforman esta herramienta para profesionales y no tan profesionales, complementada con una funda de madera, la tradicional saya.

El Suisin Tanryu Kiritsuke de Korin, con tienda en el mismísimo centro de Nueva York, requiere ser lubricado tras cada uso con aceite tsubaki, afilado con una piedra destinada a este fin y ser guardado en su vaina. Un tesoro de esta clase merece todos los cuidados.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.