La maison Boucheron lleva más de siglo y medio completando un maravilloso zoológico de alta joyería. Todo comenzó a mediados del siglo XIX, el 1858, cuando el fundador Frederic Boucheron regaló a su esposa una pulsera con forma de serpiente que él mismo había realizado. La joya simbolizaba, con su forma, una promesa de felicidad. El compromiso de que su historia de amor iba a durar para siempre, que la dicha que ambos compartían por su relación nunca iba a concluir.
Desde entonces, son cuasi incontables los animales que han pasado por la colección Animaux. Especímenes que recogen la fuerza de sus iguales de carne y hueso, el poder de la naturaleza, y lo trasladan a gemas y metales de incalculable valor. El actual bestiario de la firma lo conforman más de una veintena de criaturas y cada una de ellas guarda su propio simbolismo, un significado que define a quien porta la joya, una razón de ser que las convierte en talismanes protectores.
BoucheronCada uno de los animales, bien se trate de uno real o uno mitológico, reciben su nombre tras un minucioso estudio sobre aquello que se quiere transmitir con la pieza, lo que la especie en cuestión ha supuesto para culturas de todo el globo y el simbolismo que los artesanos desean transmitir. Nuri por ejemplo, la cacatúa convertida en pendientes o un reloj, recibe su nombre en honor del mensajero de la belleza y la vida de la cultura indonesia. La tortuga en forma de colgante o anillo, Honu por su denominación en hawaiano, encarna la protección de la humanidad porque a lo largo de la historia diversas culturas han coincidido en representarla con el mundo, la Tierra, sobre su caparazón.
Las diferentes piezas, realizadas de forma artesanal por los mains de lumière de Boucheron, están realizadas en oro amarillo, rosa o blanco, son anillos, brazaletes, pendientes o colgantes con un mismo animal, y engastan las más varias gemas precisamente talladas para conseguir sorprendentes efectos lumínicos a la vista. La joyería más animal, tan cargada de simbolismo.