En 1856, Thomas Burberry fundó su propia compañía en Basingstoke dedicada a la confección de prendas de abrigo. Su gran visión, tanto en el campo del diseño como en el uso de tejidos innovadores, le permitió ampliar aquel primer taller hasta abrir tiendas en Londres o París, donde llegó en 1910. Ya entonces había aparecido en portadas tan importantes como la revista Vogue, convirtiendo su logo, un caballero inglés montado a caballo, en uno de los más conocidos del mundo.
Otro de sus aportes es su personal diseño de cuadros escoceses, un enrejado que ha acompañado a la marca casi desde sus inicios y que todavía hoy es símbolo de elegancia y artesanía. De hecho, este estampado es imposible de separar de la que es su creación más celebrada, la gabardina. Esta prenda fue diseñada en 1914 tras recibir un encargo de la Armada Inglesa, y su éxito hizo que pronto fuera adoptada por otros ejércitos, como el francés. A partir de los años 40 se convirtió en un icono relacionado con el mundo del cine y la novela negra gracias a su aparición en decenas de películas.
A partir de los años 60, Burberry se introdujo también en la creación de complementos y ha sabido adaptarse al cambio constante de las modas, siempre desde el corte clásico y el producto de primera calidad marca de la casa. En la actualidad, Burberry posee tiendas en las principales ciudades del mundo y está considerada como uno de los mayores fabricantes de prendas de lujo, gracias al trabajo de su actual CEO, el diseñador Christopher Bailey.
Hoy en día mantiene líneas para hombre, mujer y niños, además de su línea de complementos, entre los que ha destacado su división dedicada a la perfumería y al maquillaje, campos en los que mantiene una estética claramente reconocible inspirada en el diseño más clásico.
Además, como marca que mira hacia el futuro, Burberry creó una fundación en el año 2008 destinada a potenciar la creatividad de jóvenes artistas, invirtiendo en las regiones donde viven y trabajan la mayoría de sus trabajadores.