Esta es una de esas grandes historias que tienen inicio pero no final. El principio se remonta a 1920, y nos traslada hasta Florencia, donde un joven llamado Guccio Gucci abría su primera tienda. Se dedicaba al trato artesanal del cuero, era habilidoso con los acabados y utilizaba materiales de alta calidad.
Este cóctel de ingredientes fue la clave del éxito de aquella pequeña tienda florentina situada en la Via della Vigna Nuova, cuya identidad eran los bolsos, los cinturones tricolor y sus icónicos mocasines. Con los años, fueron Aldo, Vasco y Rodolfo, quienes ayudaron a su padre a expandir la compañía abriendo sucursales en Roma y Milán. Con la llegada de los años 50 y una economía en plena recuperación, la firma se internacionalizó, llegando a Nueva York y a Hollywood, donde la jet set enloqueció con el símbolo de Gucci, un sinónimo de lujo mundial.
Con la llegada de los ochenta, surgieron conflictos internos en la empresa que, sumados a la expansión despersonalizada de la firma le hicieron perder influencia, especialmente cuando Rodolfo, uno de los hijos de Guccio murió y fue su hijo Maurizio quien se hizo con el control de la empresa. En 1993, el mismo vendió la empresa a la firma árabe Investcorp por unos 17.000 millones de pesetas, dos años antes de ser asesinado por un sicario contratado por su esposa.
Por aquél entonces, Dawn Mello, directora de unos famosos almacenes neoyorkinos, quien aterrizó en la firma para sacarla a flote, contrató a Tom Ford, desconocido por aquel entonces, quien se convertiría en una de las mayores revoluciones de la moda. Con Ford al frente, Gucci apostaba por prendas de fuerte carácter sexual cuyo mejor escaparate para mostrarlas se encontraba entre las colinas de Hollywood. Junto a Domenico de Sole, construyó en tiempo récord un conglomerado basado en la adquisición de Yves Saint Laurent, McQueen y Stella McCartney. Ford abandonaba Gucci en 2004 después de que el grupo fuese adquirido por la compañía Pinault-Printemps-Redoute.
La tercera edad dorada de Gucci llegó con Frida Giannini, diseñadora de complementos de la firma y posteriormente a cargo de la línea prêt-à-porter. Tras algunos años de éxito tambaleante, Giannini deja Gucci en 2014. A comienzos del año contiguo, el hasta entonces desconocido Alessandro Michele, nacido en Roma y formado en Fendi pero trabajando para Gucci desde 2002, se confirma como nuevo director creativo de la marca. Michele bajo su estética retro ha obtenido un éxito inesperado al frente de la firma italiana de lujo.