Cross Apogee, ‘el frac de los bolígrafos’

Dicen de las plumas de la colección Apogee de Cross que son, además de «el frac de los bolígrafos», sinónimos de alta costura por lo que son capaces de transmitir con su forma, su aspecto y la experiencia de escritura. Especialmente si hablamos de estos útiles en su versión pluma estilográfica, pero también en el resto de variantes, en forma de bolígrafo o roller. En todos, sin excepción, no se olvida su esencial funcionalidad.

Es por esa razón que las piezas de esta serie son fantásticas para escribir, como no cabría esperarse otra cosa, pero también para lucir. Su diseño ha tenido en cuenta brindar un equilibrio perfecto entre esa función primordial, la de trazar, con su aspecto meramente estético. Con aquellos elementos que sólo intervienen en la percepción que quien la usa y quien la ve tienen del instrumento.

Se han querido mantener las proporciones más clásicas, para lograr trasmitir elegancia, distinción y atemporalidad, así como incorporar elementos que aludan a las más típicas plumas concebidas para un público masculino. Esa conjunción de detalles, con una fuerte base de inspiración romántica para terminar de redondear las formas, convierten a estas Cross Apogee en un elemento más de alta costura. Como dice el lema de la colección, en «el frac de los bolígrafos». O en este caso particular, de las estilográficas.

Bajo unas mismas líneas, un mismo diseño común en el conjunto de creaciones, encontramos cinco acabados completamente diferentes: cromo, laca negro star, roja titian, acero helado y verde octano.

El primero, por ejemplo, presenta como su nombre bien indica un superficie cromada, sobre la que se ha practicado una acabado guilloché, el cual ha dotado al cuerpo de esa inconfundible textura y profundidad. Del mismo modo, la branda central se ha terminado con acabado en satín lacado y distintos detalles bañados en cromo. Su plumín, además, es de oro blanco de 18 quilates. Otra de las unidades más destacadas, la llamada «verde octano», opta por revestirse de oro pulido de 23 quilates. Lo podemos encontrar en el plumín, en tres bandas que recorren la pluma, en su corona y en el clip de sujeción. Esta, además, juega en el resto del cuerpo con una parte cromada y grabada y otra lacada en negro.