Queriéndolo o no, el nacimiento del Amazona de Loewe hace más de cuarenta años fue mucho más que el simple lanzamiento de un nuevo complemento. El bolso de la firma española, aparecido el año 1975, coincidía con el fin de la dictadura de Francisco Franco y el inicio de un tiempo nuevo en el que la verdadera libertad de las gentes en general, y las mujeres en particular, comenzaban a palparse.
Y no solamente coincidía en tiempo, sino también en forma. Porque de una vez por todas dejaba de lado la idea de los bolsos pensados para ocasiones concretas y muy delimitadas, como una cena de gala, celebraciones distinguidas o el momento de hacer la compra, y se hacía versátil, flexible, ligero y funcional para emplearlo en cualquier momento, en cualquier lugar y de cualquier forma. Su nombre, dicen, también hacía referencia a esa recuperada libertad femenina.
LoeweCon estos mimbres, la creación de un icono era más que evidente y en poco tiempo la pieza de Loewe se convirtió en mucho más que un símbolo. Y ha perdurado hasta nuestros días, con algunas modificaciones a lo largo de estas cuatro décadas, pero conservando su esencia, siendo tan inconfundible como el primer día.
El Amazona, en la actualidad, mantiene las cantoneras a lo largo de toda su estructura, los refuerzos en las esquinas inferiores del bolso, la funda para la identificación de la propiedad o el emblema de la firma en una de sus esquinas, con esas cuatro eles mayúscula formando un cuadrado. Además, su fabricación continúa siendo artesanal y se realiza en los talleres que Loewe tiene en la localidad madrileña de Getafe.
El bolso se encuentra disponible en diferentes materiales y colores, siendo tan atemporal como lo ha sido en los últimos años, tan versátil como fue concebido, tan elegante como acostumbra. Tanto, que incluso puede permitirse el lujo de presentarse en estilos totalmente desenfadados.