Durante el pasado mes de enero tuvo lugar en Ginebra el Salon International de la Haute Horlogerie, el SIHH 2016, y en él se dio cita la alta relojería mundial para dar a conocer sus nuevos modelos. Entre todas las firmas estaba la veterana A. Lange & Söhne que dejó boquiabiertos a propios y extraños con la presentación de un reloj que no es solamente sumamente impresionante a nivel técnico, sino que también lo es a nivel estético, algo para nada sencillo tratándose de la pieza que es.
Es el Datograph Perpetual Tourbillon, una pieza capaz de desarrollar múltiples combinaciones de una forma magistral, lograr la perfecta interacción entre ellas, el perfecto acoplamiento en la caja y, además, lograr organizar la completísima información que muestra de una forma clara, ordenada, bonita y, además, sobresalientemente elegante. Al estilo que nos tiene acostumbrados la alemana.
El modelo ha limitado su producción a unas únicas cien piezas, lo que despertará el voraz apetito de coleccionistas de relojes de todo el mundo, y es que como estamos explicando este no es cualquier reloj. El A. Lange & Söhne Datograph Perpetual Tourbillon, construido a partir de una caja de platino con unas dimensiones 14,6 milímetros de grosor por 41,5 de diámetro, compone su complejísimo movimiento Lange Caliber L952.2, de 50 horas de reserva de marcha, con más de setecientas piezas entre el volante con tornillos antichoque con regulador excéntrico, el espiral del volante, el muelle en forma de cuello de cisne o los cinco engastes de oro atornillados.
A. Lange & SöhneEl reloj tiene las naturales funciones de marcar las horas y minutos, posee un pequeño segundero con parada, un cronógrafo flyback con totalizador exacto de los minutos saltantes, escala taquimétrica, calendario perpetuo con fecha, día de la semana, mes, fase de la Luna y año bisiesto, indicación del día y la noche, de las fases de la Luna y la necesaria indicación de la reserva de marcha.
A. Lange & Söhne presenta este Datograph Perpetual Tourbillon en el mencionado platino para la caja, un cristal de zafiro en la trasera para poder contemplar el movimiento, plata maciza en color negro para la esfera, piel de cocodrilo también negra para la correa, que está cosida a mano, y platino de nuevo para su hebilla desplegable. Una verdadera pieza de ingeniería relojera que, por su aspecto, su gran belleza, pulcritud y discreción, sin apenas ostentación, no lo parece.