La historia suele colocar a cada uno en su lugar, y con el Prince, no hizo una excepción. Nacido en el año 1928, Rolex quiso reflejar en él lo bello de hacer algo diferente, lo extraordinario de escapar de la senda marcada. Único en su forma acentuadamente rectangular, estilo vanguardista y excepcional rendimiento con impecable precisión. Es por todo ello, además de por ser la primera referencia producida a gran escala en recibir la certificación de cronómetro, que encontró un hueco en la historia de la relojería.
Ochenta años después de que viese la luz y setenta de que fuese discontinuada su fabricación, el hacedor suizo de relojes decidió concebir una reedición contemporánea, una reinterpretación de aquella célebre pieza que reflejase la mejor herencia con el savoir-fair más actual y distinguido. ¿El resultado? El Cellini Rolex Prince, la joya de la corona de la colección Cellini.
Cellini
El reloj es seguramente uno de los mayores ejercicios de coherencia entre técnica y estética, tradición e innovación, elegancia y eclecticismo jamás realizados en la historia de la casa helvética. Con una espectacular caja rectangular, algo nada común en Rolex, el Prince luce con orgullo un refinamiento mayúsculo, erigiéndose como una genuina obra artística inspirada en el más vivo art decó de los años veinte.
La esfera de la pieza se caracteriza por la especial disposición de la visualización del tiempo, con contadores separados para la hora y los minutos en los dos tercios superiores de la misma y para los segundos en el tercio inferior, y por unos grabados sumamente delicados que la adornan de arriba abajo y se conjugan con los que aguardan en la cara interior.
Cellini
Y es que el Prince no es uno de esos relojes que deben permanecer siempre pegados a la muñeca, este especialísimo Cellini es una de esas máquinas del tiempo que se disfrutan también dándoles la vuelta, porque el fondo de la caja guarda una sorpresa. Ni más ni menos que la visión desnuda de las entrañas que marcan el devenir de horas, minutos y segundos y el transcurrir de los puentes del movimiento accionados por cuerda manual.
Este clásico Rolex, con una caja de cuarenta y cinco por veintinueve milímetros, se configura en cinco versiones de motivos significativamente singulares. Oro amarillo, blanco o Everose de dieciocho quilates con esfera grabada "Clou de Paris" color champagne, "Godrons circulaires" color plata, "Godrons circulaires" también de plata con pavé de diamantes, "Doubles rayons flammés de la gloire" color negro y plata o "Rayons flammés de la gloire" color negro y rosa. Todos los Cellini Rolex Prince se montan con una correa de piel de aligátor, rebordeado, en color marrón o negro, de acuerdo con el modelo, y cierre mariposa de un oro también de dieciocho quilates, a conjunto con la caja.
Una auténtica celebración de tradición, elegancia, savoir-faire y buen gusto para llevar en la muñeca.