Mucho antes de que el tiempo se midiese en horas, minutos y segundos, la Luna fue para muchas civilizaciones un indicador del implacable avance de la existencia. Esa importante influencia cultural ha sido plasmada desde la antigüedad en innumerables obras artísticas de todo tipo y ahora, de la mano de una de las más jóvenes y grandes relojeras suizas se plasma en un reloj tan atrayente como el propio satélite, tan especial como la luz que emana, el Classic Fusion Aerofusion Moonphase de Hublot.
A lo largo y ancho de sus cuarenta y cinco milímetros de diámetro, generosos al más puro estilo de esta casa suiza, el nuevo miembro de la colección más icónica de la firma es capaz de cautivar con tres potentes armas que no se molesta en ocultar: su arquitectura contemporánea, discreta al mismo tiempo que insinuante; su esfera esqueletada, clara como el agua para dejar ver el maravilloso calibre que monta; y su hermoso calendario, gentil delator del día, su nombre, el mes y sobre todo, las fases lunares.
Porque los de la relojera ginebrina sentían que a esa esfera gris que casi cada noche asoma por el horizonte se le debía un reconocimiento, un tributo acorde a lo importante que fue para la medición del tiempo en la antigüedad y la materialización de esas intenciones no puedo ser más bella. A las seis de la gran esfera esqueletada que protagoniza este reloj, en una pequeña ventana de trece milímetros de diámetro, dos diminutas lunas a imagen y semejanza de la genuina se muestran saliendo de un cristal parcialmente esmerilado, completando cada 29,5 días una revolución sinódica, gracias a la rueda de cincuenta y nueve dientes de avance diario que las acciona.
Hublot
Las indicaciones sobre la fecha quedan reservadas en la parte superior de la esfera, a excepción del número del día que se indica en el perímetro de la ventana de las fases lunares, mostrándose en dos discos igualmente esqueletados sobre el conjunto de engranajes y ruedas que permiten marcar las horas.
Este reloj de un carácter osado y brioso, a la par que grácil y delicado, se complementa construyéndose en la clásica aleación de la casa King Gold de dieciocho quilates en contraste con las tonalidades negras, grises y antracita de su calibre, o titanio, a conjunto. Se ata a la muñeca con una pulsera de piel de aligátor de color negro, cosida sobre aislante de caucho negro.
Una pieza que te permitirá ver la Luna hasta en días plúmbeos; porque para lunáticos, nosotros.