El pasado noviembre se celebró en Ginebra una de las subastas benéficas más esperadas del año, la Only Watch, en la que se pujó por piezas de relojerías únicas y sumamente especiales como es tradicional. La cita, auspiciada por el príncipe Alberto II de Mónaco, en la que se recaudaron fondos para la investigación de la distrofia muscular de Duchenne, contó con la simpática presencia de un reloj nada al uso, un robot de alta relojería, Melchior Only Watch de MB&F. Hoy, queremos hablar de él.
Se trata de una pequeña obra de arte tanto técnica como estética que, aunque parezca un juguete, no lo es en absoluto. Posee lustrosas hombreras de aluminio anodizado rojo, brazos de grandes dimensiones y poderosas piernas, además de un cerebro animado y ojos parpadeantes, pero en su interior se esconde una joya de inmenso valor, un reloj de sobremesa diseñado por L’Epée en 1839. Una verdadera maravilla.
Maximilian Büsser, fundador de MB&F, es el responsable de haberlo alumbrado recordando su infancia, cuando soñaba con tener un amigo robot, y ayudándose del diseñador asiático Xin Wang. El dirigente, de hecho, reconoce haber cumplido un sueño:
Como fan de La guerra de las galaxias a los 10 años, sabía que Luke Skywalker nunca podría haber vencido sin la ayuda de androides como R2-D2, un robot fiel, ingenioso y valiente que no dudaba en rescatar a sus amigos de apuros. Como hijo único, solía imaginar cómo sería si tuviera un compañero autómata. Melchior ha hecho realidad este sueño de la infancia.
La pieza ofrece el marcaje del tiempo con horas saltantes, minutero de barrido, doble segundero retrógrado y los responsables de una reserva de marcha que alcanza los cuarenta días, cinco barriletes. Las horas y los minutos pueden verse en el pecho de Melchior a través de dos discos, una esfera en su metálico abdomen señala cuántos de esos cuarenta días quedan y diferentes elementos del robot, gracias a su mecanismo, toman vida.
Los ojos parpadean, gracias a un intrincado sistema de ventilación interno, la parte superior de los brazos gira, los antebrazos pueden subir y bajar y así también sostener su arsenal, desde una ametralladora a un lanzacohetes. El sueño de cualquier niño grande.