Cartier eligió el último Salón Internacional de la Alta Relojería de Ginebra como escaparate para mostrar una de sus últimas grandes creaciones, una pieza hecha con suma atención al detalle y pensada para un ideal de hombre. Porque Drive de Cartier, la reinvención del tradicional reloj con forma de cojín, no es para cualquiera. Es, solamente, para el «hombre Drive».
Es alguien con instinto e independencia, afirma la maison. Un hombre que vive la elegancia con naturalidad. Que aprecia lo bello por lo que es y el placer que provoca. Que no encaja con las etiquetas tradicionales. Natural en primera estancia y distinguido observado en profundidad. Alguien libre y sensible a una simple doblez. El caballero que cumple el canon lo vive como una forma de ser, como un estado de ánimo. Porque es una manera de vivir, es un buen vivir.
CartierAsí, en definitiva, es el hombre que se queda prendado por un reloj como Drive. Una suerte de soñador con los pies sobre la tierra que se ha fijado en el equilibrio de la pieza entre el volumen de su caja y las líneas de su diseño. En la distinción que posee sin llamar la atención. En todos y cada uno de los detalles que guarda con celo. Desde ese cristal de zafiro que protege la esfera, abombado, hasta los bordes del bisel que siguen su trayectoria en perfecta armonía.
El Cartier es, además del guardatiempo ideal de ese «hombre Drive», una creación que se ha inspirado en el mundo de los coches clásicos. En esas curvas sinuosas que siempre los han caracterizados, en ese clasicismo eternamente explícito, ese gozo que supone observar su belleza. No hace falta explicar más.
CartierEl reloj Drive se ha presentado en tres versiones con movimientos propios, diseñados y construidos por la maison, teniendo todos ellos en común la caja de cuarenta milímetros, la esfera guilloché y la trasparencia en su trasera, lo que permite contemplar el calibre. El primer modelo, el más básico 1904+PS MC, muestra hora, minutos, segundos en un segundero y fecha, para añadir el segundo, el 1904+PS MC, un huso horario adicional, indicador de día y noche, además de un fechador más grande. El primero está disponible en acero y oro rosa mientras que el segundo solamente en el último material.
El tercero de los Drive de Cartier es la joya de la corona, un reloj de alta relojería equipado con el calibre 9452 MC y tourbillon volante, que solamente se encuentra disponible fabricado en oro rosa de dieciocho quilates. Dispone del Sello de Ginebra, ya que ha sido ensamblando directamente sobre la boutique principal que la casa tiene en Ginebra, y en él destacan detalles como los números en relieve y el vistazo que desde el segundero podemos echar al interior del movimiento. Pura magia.