Para la maison de los relojes y las joyas por excelencia, Cartier, el momento de concebir una nueva pieza es un ejercicio de exploración, experimentación, imaginación e inventiva. Un papel en blanco en el que dar rienda suelta a los impulsos del momento y materializar la expresión, sea cual sea, de la alta relojería y joyería más selecta.
Esa libertad a la hora de crear, ese desafío que supone crear desde la nada, se manifiesta en su mayor grado en relojes como el Rotonde de Cartier Tourbillon Lové, un verdadero ejemplo de estallido creativo a la par que técnico.
En este guardatiempo tan especial Cartier quiso liberarse de ataduras, olvidar los convencionalismos a la hora de diseñar algo tan común y así limitó sus funciones a marcar las horas, los minutos y los segundos, reinventó por completo la esfera homenajeando la perpetua tradición del guilloché, al mismo tiempo que la despojada de elementos ahora superfluos y elevó a la primera línea su tourbillon lové.
Cartier
El fruto de todo este proceso de creación es un reloj que recoge la esencia de la casa francesa con su tradicional caja Rotonde de Cartier en oro blanco de 18 quilates, un cabujón hecho en zafiro azul y la letra ce, la primera inicial del nombre de la firma, indicando los segundos en su particular ventanilla en un conjunto que deja sin palabras.
Porque la esfera, también de oro blanco de 18 quilates como la corona además de la caja, deslumbra con cada uno de los rayos de su guilloché. Porque la posición descentrada del eje con el que las azuladas agujas de acero marcan las horas y los minutos demuestra que la simetría no siempre es la opción más acertada. Porque el calibre 9458 MC de cuerda manual que el movimiento mecánico no solamente es algo vestido de clasicismo —la aplicación del motivo Côtes de Genève y las sibilinas ventanas dicen mucho de ello—. Y porque el cuidado al más mínimo detalle, con acabados realizados uno a uno en los 167 componentes que forman el reloj, habla por sí mismo.
El reloj Rotonde de Cartier Tourbillón Volante Esfera Lové, un alarde de técnica y estética, es pasado, presente y futuro de Cartier. Sin lugar a dudas.