Todo comenzó con un iglú de apenas sesenta metros cuadrados. Los ochenta estaban terminando y aunque no existiesen las redes sociales ni las recomendaciones a través de páginas web, el boca-oreja y los medios de comunicación tradicionales hacían bien su trabajo. La experiencia de vivir en una de estas construcciones gustó y cada invierno se acercaban hasta Jukkasjärvi, en la Laponia sueca, un buen número de turistas.
La demanda fue tal que aquel pequeño alojamiento, con el paso de los años, fue creciendo y creciendo. De un humilde iglú pasó a un efímero edificio de hielo algo más grande. Y de esa edificación al actual hotel de hielo, conocido como icehotel Jukkasjärvi, con unas instalaciones de más de cuatro millares de metros cuadrados constituidas casi íntegramente por agua congelada.
Stephan Herz editada con licencia CC BY 2.5Su temporada suele comenzar en el mes de diciembre, cuando las temperaturas bajo cero han conseguido cubrir con una capa de hielo de dos metros el fluir del cercano río Torne y, de él, se han extraído los bloques que dan forma al hotel, sus habitaciones, su museo sobre el pueblo lapón, su cine, su bar, su capilla y las diferentes obras artísticas que decoran sus estancias. Porque este prodigio efímero tiene, además, un firme compromiso con el arte.
El interior del hotel de hielo en Suecia
En sus diferentes habitaciones y suites, el huésped experimenta unas gélidas temperaturas que sitúan el mercurio en unos 7 grados bajo cero. Un ambiente mucho más confortable, aunque resulte difícil imaginarlos, que los 15 o 20 grados bajo cero que se obtienen en el exterior. Encontrarse en el interior del Círculo Polar Ártico lleva aparejadas estas circunstancias.
bjaglin editada con licencia CC BY 2.0Pero no hay nada de qué preocuparse a la hora de ir a descansar porque, aunque las camas sean también de hielo, cómo no, las pieles de reno que las cubren junto al saco de dormir polar y el cálido gorro que el hotel proporciona hacen mucho más confortable la incomparable experiencia de dormitar rodeados de azulado hielo. Y si a pesar de ello algún huésped necesita más calor, siempre puede recurrir a la habitación templada, una estancia recubierta de madera, con temperaturas más altas, donde puede entrarse en calor tomando alguna bebida caliente.
El Hotel de hielo Jukkasjärvi, por el que cada temporada pasan más de cincuenta mil personas, termina su vida al llegar la primavera, cuando los grados de más funden el hielo. Únicamente queda en pie su bar, el Absolut Ice Bar, y las cabañas de madera adyacentes, las Aurora Houses, con techo de cristal a través del cual poder divisar las auroras boreales.