Subirse a un tren, en nuestro día a día, suele tener poco que ver con el placer en sí mismo. En un simple medio de transporte que nos lleva al trabajo, a nuestro hogar o de un lugar cualquiera a otro. Podemos disfrutar del trayecto sea cual sea, sí, muchos lo hacemos, pero para los menos entusiastas no es que sea especialmente gratificante. Sin embargo, cualquiera sucumbe —sea un apasionado del medio o no lo sea— a los encantos de trenes como estos cuatro a los que en esta ocasión nos subimos.
Sin importar de dónde partan o a dónde nos lleven, estos ferrocarriles convierten los kilómetros que recorren en la experiencia en sí misma. Deambulando a través de sus vagones, observando desde las ventanillas el paisaje, deleitando el sentido de la vista, el olfato y el gusto en sus restaurantes a bordo o descansando en sus compartimentos. Suban a estos cuatro convoyes antes de que sea demasiado tarde. ¡Pasajeros al tren!
Belmond Royal Scotsman
Belmond Royal Scotsman
Escocia es un país mágico, verde como pocos, repleto de rincones por explorar y paisajes por contemplar. Y si hay una manera única de descubrirlo es a bordo de un tren como el Belmond Royal Scotsman, donde el lujo, la elegancia, la comodidad y el confort se dan la mano entre parajes naturales impresionantes.
Con salidas desde la estación de Waverley, en Edimburgo, el convoy realiza viajes de varias noches de duración hasta diferentes enclaves situados en el corazón de las Tierras Altas. Tiene una capacidad limitada a solamente 36 personas, que se reparten en los catorce compartimentos gemelos, los dos dobles y los cuatro individuales. Todos ellos son de lujo, como el tren, están decorados con rica marquetería y cuentan con baño privado completo con ducha, lavabo e inodoro, artículos de tocador de lujo y cambio de toallas diario. El tren, además, cuenta con un restaurante en el que se sirven suculentas especialidades regionales protagonizadas esencialmente por pescado asado y carne de vacuno.
The Talyllyn Railway
The Talyllyn Railway
Mucho ha llovido desde que en 1866 se abriese una línea de ferrocarril de vía estrecha entre Tywyn, una localidad situada en la costa central de Gales, y las canteras de pizarra de Bryn Eglwys. Son alrededor de una decena de kilómetros de raíles que con el paso del tiempo dejaron de transportar rocas para transportar pasajeros, convirtiéndose en el primer ferrocarril de vía estrecha y vapor autorizado para el transporte humano en Gran Bretaña.
Pese a las dificultades por las que pasó la línea y las graves deficiencias que sufrió por falta de inversión a lo largo de décadas, el tren continuó circulando sin interrupciones hasta el 1951, año en que un grupo de apasionados del ferrocarril se hizo cargo de él y aseguró su supervivencia. Hoy en día, convertido en una singular atracción turística que mantiene el material rodante original, recorre los casi doce kilómetros que separan Tywyn de la nueva estación de Nant Gwernol, construida un poco más allá de las canteras, atravesando bellísimos paisajes, contando su historia y la de un medio de transporte que jamás debería perderse.
Grand Canyon Railway
Grand Canyon Railway
Desde 1901, el ferrocarril del Gran Cañón del Colorado ha transportado a millones de personas procedentes de todas partes del mundo entre la ciudad de Williams y el lado sur del inmenso parque nacional. Una línea férrea que durante décadas se había dedicado al transporte de mineral, desde principios del siglo XX ha sido el mejor medio de transporte para acercarse a la escarpada garganta excavada por el río Colorado.
Ya en los primeros viajes, voces ampliamente autorizadas como la del naturalista John Muir elogiaron el Grand Canyon Railway por causar un limitado impacto en el medio ambiente y ser, al mismo tiempo, un privilegiado enclave desde el que apreciarlo. A bordo de los diferentes trenes, y en el centenar de kilómetros que separan el punto de partida del Gran Cañón, el viajero asiste a la contemplación de paisajes naturales realmente cautivadores, una narración de la historia del lejano y viejo oeste por genuinos personajes caracterizados y la joya de la corona: la llegada al parque nacional, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1979.
Eastern & Oriental Express
Eastern & Oriental Express
Montarse en el Eastern & Oriental Express es una experiencia que nos vuelve décadas y décadas atrás, a esos años en los que el viaje hasta un punto era parte de la propia vivencia. Esos tiempos en los que se vivía de otro modo, sin prisas, con sosiego, aprovechando cada paso, cada experiencia, cada detalle. Y lo hace en un trayecto repleto de sofisticación a través de Singapur, Tailandia, Malasia y Laos.
Partiendo de la populosa estación de Hua Lamphong, en Bangkok, comienza una aventura realmente única. Reposando plácidamente en uno de los tres tipos de suites de los que dispone el tren, Pullman, State o Presidential, o en uno de los vagones disponibles para todos los huéspedes, el restaurante o el que sirve de plataforma de observación, uno puede contemplar las indescifrables junglas y las plantaciones de tés que esconden las zonas rurales que atraviesa el convoy con un servicio a bordo excelente. Además, y si se desea, en las diferentes paradas excursiones para todos los gustos pueden descubrirle a uno las maravillas que esconde el continente asiático.
