Vista aérea del resort de Song Saa
Song Saa

Song Saa, el más lujoso refugio camboyano

Viajes

La isla privada Song Saa, en el desconocido archipiélago de Koh Rong, es un sueño del que nadie nunca querría despertar. Tranquilidad, calma, sosiego y bienestar en un 'resort' de lujo y sostenible en plenas islas vírgenes camboyanas.

Una luna de miel fue la responsable de crear un sueño y materializarlo. Rory y Melita Hunter era una pareja de recién casados, dos personas que habían decidido unir sus vidas y que, como tantas otras, había viajado hasta el sudeste asiático en su primer viaje como marido y mujer. En aquel idílico enclave, en pleno golfo de Tailandia, descubrieron las islas vírgenes camboyanas y quedaron cautivados. Paraísos naturales de selvas inexploradas, arrecifes tropicales y solitarias playas de fina arena blanca. Una genuina utopía hecha realidad, un edén más que real. Y tuvieron un sueño: crear un santuario sostenible en una de las islas, un lugar lujoso, al nivel del entorno, en el que refugiarse del mundo.

Vista desde una de las villa de Song SaaSong Saa

Lo que fue una impetuosa idea, poco menos que una idealización de algo que tenía pocos visos de materializarse, prontamente se situó a un escalón de ser real. Les surgió una seria oportunidad de convertir en realidad sus anhelos. Se arremangaron, se pusieron manos a la obra, y en una de las islas del desconocido archipiélago de Koh Rong lograron crear el complejo Song Saa.

Se trata de un lujoso resort, un oasis natural y virgen en el que desconectar del mundo, olvidarse el estrés y, simplemente, dejarse llevar. A media hora en barco de Sihanoukville o una hora en avión de Siem Reap, dos de las ciudades más importantes de la zona, la exclusiva isla camboyana cuenta con veintisiete villas de lujo construidas con materiales naturales, inspirándose en la arquitectura local, compuestas por uno o dos dormitorios de grandes dimensiones, una cómoda y funcional sala de estar, terraza con unas inigualables vistas al inmenso océano, piscina infinita y una privilegiada situación.

Interior de una villas de Song SaaSong Saa

Y es que los alojamientos están construidos bien en plena selva tropical, entre grandes árboles y plantas con vistas a las tranquilas aguas del Índico, o bien sobre el mismísimo mar, sostenidos sobre postes. El interior de las villas, por su parte, resplandece por una decoración sencilla y acogedora, respetuosa con el entorno, confortable, y que sin hacer ostentación o revestir grandilocuencia, se siente lujosa, exclusiva y distintiva. Todo un acierto cuando el fin último es el bienestar, la relajación y la paz.

Vista desde el restaurante del complejo Song SaaSong Saa

Porque sí, la Song Saa Private Island es mucho más que un simple resort. Si decíamos que era sostenible, es además respetuosa con las comunidades locales, las cuales ocupan prácticamente todos los puestos de trabajo del complejo, y cuenta con una filosofía propia que se resume en una frase y lo deja todo claro: «Lujo que pisa suave». Bajo esa premisa todo se desarrolla y todo tiene lugar, en especial, los diversos tratamientos de bienestar, relajación y comunión con el entorno, fundamentados en tres temas, los pilares de este particular dogma. La quietud, que nos ayuda a conectar con la felicidad, encontrar nuestro centro y respirar el verdadero bienestar. La curación, proporcionada por experiencias de sanación que aseguran tener la capacidad de transformar al huésped. Y las bendiciones, fundamentadas en la gracia que supone contemplar la belleza natural de un entorno como el de la isla.

Disfrutar de la calma y la harmonía de la naturaleza, de una frondosa selva, de inmaculadas playas blancas, aguas cristalinas y ricos arrecifes, además, con una variada oferta gastronómica local. Song Saa es el más lujoso refugio camboyano, un ensueño del que uno nunca querría despertar.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.