René Jules Lalique, más conocido simplemente como René Lalique, es uno de los joyeros y maestros vidrieros franceses más conocidos de todos los tiempos. Sus creaciones, lujosas de principio a fin, tenían como común denominador ese modernismo que lo caracterizaba, pero no una línea de atención constante. Unas destacaban y otras no. Había piezas sumamente ostentosas y otras notablemente discretas. Una ambivalencia constante que se resumía en una simple frase de su autoría:
Villa René LaliqueEs mejor buscar la belleza que hacer alarde de lujo.
Esa filosofía que lo acompañó durante toda la vida, estuvo también presente a la hora de construir su villa de la región francesa de Alsacia, en el año 1920, donde él y su familia descansaban al ir a visitar la cercana fábrica Lalique de Wingen-sur-Moder. Una casa que su hijo Marc y su nieta Marie-Claude continuaron habitando tras la muerte del artista del vidrio y los metales preciosos en 1945 y que ha llegado hasta nuestros días, reinventada sobre sí misma, transformada en un hotel y restaurante de increíble factura; es la nueva vida de la Villa René Lalique.
Bajo la dirección del actual CEO y presidente de Lalique, Silvio Denz, el hogar alsaciano fue completamente remodelado por los interioristas Lady Tina Green y Pietro Mingarelli, diseñadores también de la Maison Lalique. Exteriormente se ha conservado la fachada tal cual fue concebida, con su entramado de madera, el techo a dos aguas y las tradicionales persianas, con el fin de preservar ese sabor de residencia familiar, y dentro es donde se ha llevado a cabo el derroche de creatividad.
Villa René LaliqueHaciendo fuerte esa manida frase que resalta la importancia de la calidad por encima de la cantidad, en la villa se han construido únicamente seis suites. Cada una de ellas es completamente diferente a las otras. Cada una de ellas se inspira en alguna emblemática creación de René Lalique y lleva su nombre. Todas excepto una, Zeila, que en este caso rinde homenaje a la popular pantera de Marie-Claude Lalique, la nieta del fundador. Y en todas ellas aguarda una decoración cuidadísima al más puro estilo de la maison.
Rose en tonos polvos suaves, con motivos florales, eco de sus joyas de art nouveau y jarrones art decó. Dahlia en beige y marfil, reviviendo la suavidad y la transparencia del tan importante vidrio para el fundador. Hirondelles como la evocación de sus aves, en colores rojos y negros para la ropa de cama, y uva para los paneles de la habitación. Dragon, rememorando las escamas de este mitológico animal recreador por el maestro, cinceladas de forma tan magistral. Y Masque de Femme, la más grande de la villa en forma de dúplex, con dos dormitorios y una gran sala de estar, que rinde homenaje a esa obra nacida en el 1935 que no hacía otra cosa que fascinarse por la mujer y su naturaleza.
Villa René LaliqueEl complejo de Villa René Lalique cuenta, además, con una nueva construcción. El distinguido arquitecto suizo Mario Botta fue el elegido para construir, junto a la casa, el restaurante y la bodega del hotel. Un edificio moderno pero que encajase visualmente en el entorno, tanto natural como arquitectónico, y que al mismo tiempo fuese un guiño a René Lalique.
La obra lo consiguió y ahora, en su interior, es otro genio el que crea maravillas. Jean-Georges Klein, chef francés con tres estrellas Michelin, ofrece su gastronomía de vanguardia a través de una completa carta y cuatro menús: Signature, Vegetal, Creation y Inspiration. En ellos, el derroche de entusiasmo es más que evidente. Confit de rodaballo en mantequilla de vainilla, arroz negro y mariscos, lomo de bacalao con cítricos, estragón y aceitunas verdes, caviar de oro con vieiras de Bouillon, carpaccio y tartar o vichyssoise con gambas rosas de Islandia, cangrejo y hierbas costeras saladas. Con apenas tres meses, el pasado 1 de febrero, el restaurante obtuvo dos estrellas Michelin. Calidad, entonces, más que probada.
Villa René Lalique es sin duda una ofrenda al fundador de la casa francesa y a la buena vida.